Mujeres, peso y bienestar: entender el panorama completo
La relación entre peso y salud
Millones de mujeres de todo el mundo viven con sobrepeso u obesidad, lo que aumenta el riesgo de padecer varias afecciones relacionadas con el estilo de vida. En el caso de las mujeres, sobre todo durante la menopausia, la grasa abdominal (visceral) está relacionada con mayores riesgos para la salud, como enfermedades cardíacas, hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y cánceres relacionados con las hormonas, como el cáncer de mama posmenopáusico y el cáncer de colon.
Pero el peso no solo afecta a la salud física, sino también a la mental. La investigación muestra una fuerte conexión entre la obesidad y el malestar psicológico, en el que influyen factores biológicos, sociales y emocionales. Muchas mujeres experimentan bajo estado de ánimo, ansiedad y aislamiento social debido al estigma relacionado con el peso. Por eso, la gestión del peso debe abordarse de forma holística, reconociendo que la mente y el cuerpo están profundamente conectados.
¿Qué es un peso saludable?
Un peso saludable no se define por la apariencia o los ideales culturales: es el peso en el que se siente físicamente fuerte, emocionalmente equilibrada y con menos riesgo de padecer enfermedades crónicas. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 40 % de los casos de cáncer pueden prevenirse con hábitos de vida saludables, y la obesidad es un conocido factor de riesgo de muchas enfermedades graves.
En lugar de perseguir un “peso ideal” poco realista, se anima a las mujeres a aspirar a un peso que favorezca su bienestar a largo plazo. No se trata solo de un número en la báscula, sino de encontrar un equilibrio saludable que sea sostenible.
Comprender la composición corporal y el metabolismo
La salud no se define únicamente por el peso. La composición del cuerpo (músculos, grasa, huesos y agua) desempeña un papel crucial en la salud general. Estas son algunas de las medidas más habituales:
- IMC (índice de masa corporal): Ampliamente utilizado en la investigación y la asistencia sanitaria, el IMC da una relación general entre el peso y la altura. Sin embargo, no distingue entre músculo y grasa o distribución de la grasa. Un IMC saludable se considera entre 18,5 y 24,9, pero es mejor utilizarlo junto con otras evaluaciones.
- Relación cintura/cadera y circunferencia de la cintura: estas medidas ayudan a evaluar dónde se almacena la grasa. En el caso de las mujeres, se considera saludable una relación cintura/cadera igual o inferior a 0,8 y una cintura inferior a 80 cm. Los valores más elevados sugieren un mayor riesgo, especialmente de cardiopatías y diabetes.
- Relación cintura/altura: una proporción superior a 0,5 se asocia a un mayor riesgo de afecciones metabólicas y cardiovasculares.
- Porcentaje de grasa corporal: un intervalo saludable para las mujeres suele ser del 21-33 %. Las básculas inteligentes o herramientas clínicas como la impedancia bioeléctrica (IBE) o los escáneres DXA pueden ayudar a realizar un seguimiento de los cambios a lo largo del tiempo.
- Masa muscular y tasa metabólica: el músculo quema más energía que la grasa, incluso en reposo. El desarrollo muscular mediante el entrenamiento de fuerza puede aumentar el metabolismo, mejorar los niveles de energía y contribuir al mantenimiento de un peso saludable.
- Distribución de la grasa: la grasa visceral, almacenada alrededor de los órganos internos, es especialmente perjudicial y está relacionada con un mayor riesgo de enfermedad.
Cambios hormonales y aumento de peso
Las hormonas desempeñan un papel fundamental en la regulación del peso, especialmente en las mujeres. Las afecciones más comunes son:
- SOP (síndrome de ovario poliquístico): A menudo asociado a la resistencia a la insulina, el SOP puede provocar un aumento de peso, sobre todo alrededor del abdomen.
- Hipotiroidismo: una tiroides hipoactiva ralentiza el metabolismo y puede provocar un ligero aumento de peso. El tratamiento médico y los cambios en el estilo de vida son fundamentales.
- Menopausia: el descenso de los niveles de estrógenos provoca una redistribución de la grasa y puede desencadenar un aumento de peso abdominal. La dieta, el ejercicio y, en algunos casos, el tratamiento hormonal pueden ayudar a controlar estos cambios.
- Embarazo y posparto: el aumento de peso es normal durante el embarazo, pero a muchas mujeres les resulta difícil perderlo después debido a los cambios hormonales y al mayor almacenamiento de grasa. La lactancia puede contribuir a la pérdida de peso, pero la alimentación sana y la actividad física siguen siendo importantes.
Si sospecha que existe un desequilibrio hormonal, es importante que consulte a un profesional sanitario para obtener un diagnóstico y un apoyo adecuados.
Salud mental, alimentación emocional y efectos de la medicación
La salud mental y el peso están estrechamente relacionados, y la alimentación emocional es una respuesta habitual al estrés, la tristeza o los traumas. En algunos casos, esto puede derivar en patrones alimentarios desordenados o en una enfermedad diagnosticada, como el trastorno por atracón (TA), que puede requerir apoyo psicológico. Estos comportamientos suelen estar arraigados en mecanismos emocionales de afrontamiento y pueden repercutir significativamente en el peso y el bienestar.
Ciertos medicamentos psiquiátricos también pueden contribuir al aumento de peso y dificultar la pérdida de peso. Se sabe que algunos antidepresivos y antipsicóticos aumentan el apetito, mientras que otros pueden alterar el metabolismo o afectar a la sensibilidad del organismo a la insulina. Además, algunos tratamientos para la ansiedad o los trastornos del sueño pueden causar fatiga, lo que puede reducir la actividad física y aumentar el sedentarismo.
Por eso es importante abordar el control del peso con compasión y desde una perspectiva integral. Abordar la salud mental como parte de un plan de atención integral es esencial, no solo para el bienestar emocional, sino para el éxito a largo plazo en la consecución y el mantenimiento de un peso saludable.
Nuevas opciones: control médico del peso
En los últimos años, las opciones de tratamiento médico de la obesidad se han ampliado considerablemente, ofreciendo un nuevo apoyo a quienes han tenido dificultades para perder peso únicamente con cambios en el estilo de vida. Los medicamentos agonistas de los receptores de GLP-1 (como la semaglutida y la liraglutida) pueden ayudar a regular el apetito y aumentar la sensación de saciedad, lo que puede conducir a una pérdida de peso más sostenible en el tiempo.
A menudo, estos tratamientos pueden utilizarse de forma segura junto con medicamentos para la salud mental, lo que los convierte en una opción viable para quienes padecen varias enfermedades. Más allá de los beneficios físicos, muchas personas también afirman haber mejorado su autoestima y su estado de ánimo al empezar a perder peso, lo que puede reducir aún más la carga emocional asociada a la obesidad.
Aunque estos medicamentos son herramientas poderosas, son más eficaces cuando se utilizan en combinación con hábitos saludables, apoyo emocional y la orientación de un equipo de atención multidisciplinar.
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